A propósito del arco solar

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Hace dos años, el 11 de marzo de 2021, María Blaquier y Juan Carlos Gómez intervinieron en el canal de YouTube del segundo con relación al arco solar, una técnica de pronóstico según la cual todos los planetas se desplazan al ritmo del sol (un grado por cada año de vida del individuo). Comparto algunas reflexiones:

Las redundancias

María y Juan hacen hincapié en la necesidad de prestar atención a lo que podríamos denominar «redundancias astrológicas» entre diferentes técnicas de pronóstico. Si en una dirección o progresión, revolución o arco solar un planeta alcanza un grado específico que resulta o resultó significativo en el pasado, sería apenas oportuno determinar en qué otro tipo de examinaciones (técnicas) “se repite el mismo grado”, manifiesta Blaquier. Me llamó la atención que otra profesional hiciera la misma observación que el suscrito hiciera el año pasado cuando descubrió que en su revolución solar 2022-2023 Marte se presentaba como protagonista mientras, al mismo tiempo, según la progresión natural de Cristoff, Marte recién estrenaba su influencia en su vida, pues cumplió la edad en que dicho planeta se encontraba natalmente emplazado. Desde que entró en vigor en 2022 (dos grados de orbe) ha sostenido tres batallas legales con dos instituciones diferentes y vencido (¿Marte natal exaltado, apoyado por Júpiter?) y emprendido dos proyectos independientes. La independencia la proclamaría Marte en un signo profesional en una casa oficiosa, y la índole de las batallas, por su parte, lo declararía la Casa en cuestión, pues esta tiene una connotación jurídica desde el punto de vista técnico o reglamentario, y fue precisamente la ley la que el suscrito quiso e hizo hacer valer.


Superposición

Así como contrastamos la astrografía de los tránsitos contra la del nacimiento para determinar las casas y/o los planetas natales sobre los cuales se ciernen los planetas del cielo actual, podemos contrastar la carta de la dirección de arco solar con el mismo fin, siempre atentos, además, al siguiente punto, el que fue señalado por Jorge durante la charla.

Cambios de signo (shifts)

Debido a que los objetos celestes de nuestra carta “caminan” (Jorge) solamente un grado por cada año de vida, cuando cambian de signo permanecen allí durante treinta años (cada treinta grados eclípticos constituyen un signo zodiacal). Esto, sin embargo, no impide llamar la atención sobre los cambios de signo, como señala Jorge, pues si en la natal presentamos a Mercurio en los 10º o 20º de Sagitario, a los diez o veinte años de edad se habrá despedido del signo para trasladarse al siguiente, Capricornio, donde permanecerá durante treinta años según la dirección del arco solar. En este sentido, el cambio vale la pena ser valorado. En suma, todos los cambios de signo que se produzcan a lo largo de la vida a la luz de esta técnica, pues si bien los astros conservarán sus posiciones relativas a los demás, es decir, las mismas distancias entre sí y, por consiguiente, los mismos aspectos, estas relaciones angulares se sostendrán en diferentes signos o regiones del Zodiaco. Como sabemos, no sería lo mismo una oposición entre Marte en Capricornio y Júpiter en Cáncer que al revés, Marte en Cáncer y Júpiter en Capricornio. En el primer caso, ambos están en dignidad; en el segundo, en caída.

Efectividad

Coincido con María en el poder del arco solar. Hagamos hincapié en el vocablo: poder, pues se trata de una técnica que se sustenta en, precisamente, el astro rey. Sabemos que el Zodiaco aplicable a los terrícolas es el tropical, que nuestra luminaria principal es el sol y que el cuerpo celeste también principal de este diminuto rincón del universo es también el mismo astro, el soberano sol. No debería extrañar entonces la exactitud que este cuerpo y los cálculos que de él derivan prometen, desplazando todos los objetos celestes de nuestra carta simultáneamente –o al unísono, como manifiesta Blaquier– un grado de longitud por cada año de vida, es decir, dan un número de pasos igual al número de años que tenemos. ¿Sería esta la razón por la cual refleja nuestras circunstancias actuales con la misma claridad (luz) de la revolución que se desprende del mismo astro, la revolución solar?

Humildad e inteligencia en favor del conocimiento

En astrología hay muchas técnicas para muchas cosas, queriéndose decir que cada una sirve a propósitos diferentes. No veríamos a un abogado recurrir a la jurisprudencia en materia penal a propósito de una defensa en un contexto civil, como tampoco a un fotógrafo emplear un lente de 180 grados de amplitud visual para retratar un insecto, ni un lente nocturno para una toma diurna. Tampoco un astrólogo recurriría a una revolución lunar para poder ver el año actual del nativo ni al arco solar para evaluar un mes en particular. Como el fotógrafo, apelará a diferentes tipos de astrografías con el fin de poder auscultar aquello que le interesa o que es objeto de investigación según el interés del consultante. Por eso resulta particularmente caprichoso o infantil —cuando no ignorante— asumir posturas categóricas con relación a las técnicas de pronóstico o de predicción, según el caso. Como legítimamente se queja Blaquier en los primeros minutos de la charla: “no entiendo por qué los astrólogos tienen que asumir una postura o la otra”.

Si apeláramos a la concepción socrática del hombre según la cual este es bueno y se encuentra a la altura de su condición humana solamente cuando es sabio, es decir, cuando reconoce que progresa solamente en la medida en que se absuelve a sí mismo de la ignorancia o adquiere conocimiento, afirmaríamos que nos encontramos (con relación a esos “astrólogos” de los que habla María sin señalar a nadie en particular) entre colegas carentes de sabiduría. Quienes dominan la teoría del comportamiento, por su parte, psicólogos o psicoanalistas, según el caso, podrían sostener que se trataría de una negación de la libertad (dogma) que se sustenta en el miedo de la vanidad a sentirse corregida; en suma, de posturas nada menos que egoicas, razón por la cual sería también nada menos que legítimo llamarlas infantiles, pues no es sino en la infancia donde desarrollamos los mecanismos de defensa característicos del ego para poder protegernos de lo que el desconocimiento o la carencia de razón (facultad a la que apelaba Sócrates) ha interpretado como una amenaza, y es tarea difícil removerlos después (etapa adulta), pues se han adherido como un lunar a la personalidad. En la era de Acuario, el signo diametralmente opuesto al de Leo, valdría la pena dejar de preocuparnos por adornar el ego para erigir el conocimiento en las alas de la creación transformadora con el fin de que la luz nos alcance a todos. Después de todo, cuanto más proclives seamos a defenderlo, el ego, sobre todo en contextos profesionales, cuanto menos merecedores seremos de este conocimiento en particular, la astrología, en especial cuando nos exige reivindicarlo en el lugar que a todas luces le corresponde en el marco de las disciplinas o ciencias humanas.

Gracias a María y a Jorge por ofrecernos su diálogo. Reflexiones todavía más abarcadoras al respecto valdrán la pena; en nombre de la astrología.

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